martes, 13 de agosto de 2013

El forofo, el conseguidor y los chicos de la redacción.

Edición de 1533 del Amadís de Gaula
Garci Rodríguez Montalvo fue un escritor castellano que vivió en la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. No es famoso, no ha pasado a la historia de la forma en que lo hicieron otros. Pero es autor de uno de los libros más exitosos de la época. El Amadís de Gaula, cumbre de la llamada "Novela Caballeresca". Bueno, en verdad, eso de "autor" no es del todo cierto. Esa obra ya existía desde tiempo atrás, y lo que hizo Garci fue adaptarla, completarla y ampliarla. Lo que hoy en música o cine llamaríamos "versionarla". Y, como tantas veces ocurre, la versión tuvo mucho más éxito que el original. 

La Novela Caballeresca fue un género de prosa literaria muy extendido en lo que hoy es España (y también en otros países) durante finales del siglo XV, todo el siglo XVI, decayendo su espelendor a principios del s. XVII. No se trataba de escritura de calidad. Al menos, no era ese el fin último de los autores, sino que hablamos de un género que se vendía mucho entre quienes se podían permitir el lujo de leer en la época. Sus argumentos solían ser semejantes, los personajes (los caballeros) todos iguales. Personas que nacen en la humildad y que se convierten en héroes. Caballeros que llevan a gala la honra, la valentía. Aventureros que pasan por todo tipo de situaciones, que visitan lugares (inventados) muy lejanos, que luchan por obtener la dignidad de una dama. Torneos, duelos, lugares fantásticos, monstruos imaginarios, viajes interminables a sitios lejanísimos. Sexo, amores extramatrimoniales.... ¿Imaginan ustedes una telenovela venezolana ambientada en la Europa tardo-medieval? Pues algo semejante. Y fíjense si tenían éxito que, por ejemplo, el nombre del estado de California proviene precisamente de una obra de Garci Rodríguez: el las Sergas de Esplandián, uno de los lugares inventados es una isla llamada Ínsula de California. Y así llamó quien fuera a aquellas tierras cuando se llegó a ellas

Don Quijote y su locura
De la decadencia de este estilo literario tiene la culpa alguien que seguro que sí les suena. Un tal Miguel de Cervantes y Saavedra, escritor madrileño y autor, entre otros, del libro más editado y traducido de la historia, después de la Biblia: Don Quijote de la Mancha, publicado por primera vez en 1605. Esta obra es, ante todo, una sátira mordaz y contundente de las novelas de caballería. Don Quijote es un señor que, después de leerlas hasta la obsesión, pierde la cabeza y se cree que es uno de esos caballeros. El resto lo conocemos todos. O por leer el libro, o por haber visto los dibujitos animados o simplemente de oídas. Pero don Miguel superó su objetivo inicial y no sólo ridiculizó el género hasta el punto de acabar por hacerlo desaparecer, sino que escribió, probablemente, la mejor novela de la historia de la literatura. Si el Amadís de Gaula no era precisamente una obra de calidad, aunque sí de éxito, el Quijote lo fue de una calidad extrema y, a la larga, (que no a la corta) de un éxito infinitamente superior. No siempre lo comercial es de calidad, pero al final es la calidad lo que pasa a la historia. Lo otro, se olvida.  

Rick Astley
Cambiemos de tema, aunque no radicalmente, como veremos. ¿Conocen ustedes a un señor llamado Rick Astley? Depende de la edad que tengan, probablemente, muchos no tengan ni idea de quien es. Rick Astley es un cantante inglés que entre los años 1987 y 1988 tuvo un par de éxitos espectaculares. Con espectaculares me refiero a bestiales, pero no por la calidad de su música, sino por ser un muchacho que gustaba a las chicas y que interpretaba temas muy pegadizos y de fácil bailoteo (para quien bailotee, que a mi jamás me verían bailoteando nada, y menos eso). Por otro lado, 1987 fue también el año en el que la banda U2 (esta es más conocida ¿eh?) sacó al mercado su álbum "The Joshua Tree", con temas legendarios como "Where the streets have no name", "I still haven't found what I'm looking for" o "With or without you". No sé si, en 1987, U2 superó en éxito a Rick Astley, andarían de la mano, pero ¿quién ha pasado a la historia de la música moderna? La calidad. A la historia pasa la calidad, igual que cuando comparamos a Garci Rodríguez con Cervantes o a el Amadís de Gaula con El Quijote. A pesar de haber tenido un éxito similar en su momento. 

Portada del disco "The Joshua Tree" - U2 - 1987
Calidad o éxito. Calidad o ventas. Calidad o beneficios. Esto es una clásica diatriba que siempre ha estado de actualidad. A la larga, la calidad es más rentable que cualquier otra cosa, pero hay muchas personas que son incapaces de pensar de ese modo: a la larga. O que no les dejan, que también puede ser. Llámenme excéntrico si quieren (no andarán muy descaminados a la hora de describirme) pero son estas cosas, estos ejemplos, los que se me vienen a la cabeza cuando me indigno al ver la mierda de información que nos ofrecen los medios en la actualidad. Y si nos vamos a los deportivos, a menudo es casi como para vomitar. No generalizo, ni mucho menos, hay periodistas e informadores muy buenos a los que sigo y admiro. Como había buenos escritores en los siglos XVI y XVII (a pesar de las novelas caballerescas) y buenos músicos a finales de los ochenta (a pesar del coñazo del bailoteo). La clave está en saber distinguir. Y eso es lo que intento, así que distingamos. 

En la prensa deportiva actual tenemos a mucho forofo. Muchísimo. Y el problema no es que los haya, sino que se les siga. El forofismo vende. Y como vende, existe. No es periodismo de calidad. En verdad, no es ni periodismo, es bazofia, pero existe porque vende, y lo que vende tiene éxito. No pasarán a la historia. Manolete, Roncero, Roldán o Peris no serán recordados dentro de unos años como hoy pasa con, por ejemplo, José María García. No son calidad, son basura. Pero hoy, en la actualidad, venden. Por eso existen. 


Luego tenemos a los conseguidores. Los conseguidores de visitas, de lectores. Esto es otra cosa. No es que sea bueno, pero es otra cosa. El conseguidor es ese que se pone delante de un papel (o pantalla) en blanco y que tiene la obligación de escribir algo que asegure un número determinado de ventas (o de visitas, si se trata de una web). Y si lo que vende es meterse en tal o cual jardín para crear polémica, pues lo hace. Además, sabe que son esas ventas o visitas las que van a asegurar la pervivencia del medio en el que trabaja y, por ende, del sueldo del que sale el sustento diario de su familia. El conseguidor no es forofo (no necesariamente). Puede incluso ser un extraordinario periodista, pero eso no da de comer. Lo que da de comer son las visitas, las ventas. La publicidad que se contrata gracias a esas visitas o ventas. Y ese buen periodista se vende. ¿Cómo no lo va a hacer? ¿No nos vendemos todos a diario para llevar a casa un sueldo? ¿No nos tragamos lo intragable, no fingimos ser amables ante gente que aborrecemos para cerrar una venta, para asegurarnos el sustento? Eso sí, que luego no me hablen de credibilidad. Yo les comprendo, pero no les creo. 


Al menos, los conseguidores tienen un nombre, se están haciendo un hueco en la profesión y puede que en un tiempo, cuando adquieran prestigio, puedan imponer sus condiciones y ser un poco más libres a la hora de desarrollar su trabajo. Todos conocemos periodistas que han llegado a ese nivel. Pero, ¿y qué pasa con los chicos de la redacción? Es decir, los que firman sus artículos como eso, como "Redacción". ¿Quiénes son? ¿Donde están? ¿Qué opinan de lo que hacen? ¿Sus pensamientos coinciden con lo que escriben o se limitan a aporrear un teclado transcribiendo lo que les han dicho que transcriban? Al fin y al cabo, les pagan por ello. 

El periodismo es un negocio, del mismo modo que lo eran las editoriales que vendían novelas de caballería o los sellos discográficos que se forraron a costa de bluffs como Rick Astley. La empresas que explotan los medios de comunicación son eso, empresas, que buscan un beneficio. De ese beneficio depende su supervivencia y a ello se dedican. ¿Esperamos que nos ofrezcan un producto de calidad? Lo que nos ofrecen es lo que vende. Si un artículo recibe muchas visitas porque peca vergonzantemente de doble rasero en el trato a Sevilla y Betis, pues seguirán escribiendo artículos de ese estilo. Si, por contra, publican algo de una extraordinaria calidad, pero aburre al personal y no vende, pues al carajo la calidad. Se trata de dar de comer a los hijos, no de recibir el aplauso de cuatro o cinco. 

Es la sociedad que tenemos, la que mantenemos, la que permitimos que exista. Además, de una forma o de otra, siempre ha sido así. ¿De qué nos sorprendemos? Por supuesto, a la historia no pasarán estos de los que hablo. Aunque sean buenos padres de familia que hacen lo que sea para llevar el pan a sus casas (como haríamos cualquiera de nosotros). Pero no deberíamos escandalizarnos ni llevarnos las manos a la cabeza por el hecho de que las cosas sean como son, porque somos nosotros mismos los que permitimos que sean así. Y en nuestra mano está cambiarlo todo. Claro que, si ya desde los tiempos de las novelas de caballería nos comportábamos de un modo parecido, ¿qué esperanzas podemos tener ahora de cambiar nada?

4 comentarios:

Alvaro dijo...

Vaya mezcla explosiva que te has marcado, tío....¿Y ahora que digo yo?

El periodismo tiene un gran problema. O mejor dicho dos ya que, primero, no sabe (o no reconoce)que tiene un problema. Me recuerda al poder político: está continuamente poniendo paños calientes sin detenerse a intentar cortar de raíz aquello que le hunde por dentro. Quitando Rubén Uría y 4 más, son todos condescendientes con todos.

El Sálvame nuestro de cada día llevado a las ondas, a los periódicos, el intenné y a las redes sociales. Y la pelota engordándose día a día. Y los forofos cada vez más forofos y menos periodistas por el deseo al jijijajá de los suyos.

En este sentido tal vez (bueno no. Tal vez no; seguro) soy parcial, pero de verdad creo que el periodismo forofo sevillista lo es menos que el bético. Twiteros como Peris, Roldán o Elías no los ves en sevillista.

En fin. Flipante post, Rafa. De esos que gusta releer cada equis tiempo

Abrazos, maifrén

PadreManuel dijo...

Es evidente que personal como el tal peris, dejan mucho que desear, sobre todo no solo por lo que dice, pues también están las formas y el estilo y de esto, escasean tela.

Sobre la calidad, tienes razón, la calidad muchas veces no vende, pero también tienes razón cuando dices que a la larga esa calidad te permite ser tu mismo y desarrollarte en tu profesión, lo cual además de vender, da categoría y prestigio y eso vende tela marinera y te permite estar orgulloso, cuestión que ni de lejos pasarán por la mente de ciertos juntaletras.

Enhorabuena por el post.

Rafael Sarmiento dijo...

@Alvaro

Gracias, amigo

Llevas mucha razón en todo lo que dices, pero el gran GRAN problema es que la gente se traga esa bazofia. Es algo que vende. En el periodismo, el problema lo tiene quien lo hace de calidad porque no vende. Es acojonante ver a periodistas lamentándose del despido de colegas, cuando son muchos de esos mismos que se lamentan los que se están cargando la profesión adulterándola, viciándola, convirtiéndola, como dices, en un Sálvame. Pero no son ellos los que pagan el pato (ya que son los que venden), sino los que tratan de mantener la dignidad del oficio. Dignidad que se va perdiendo en la medida en que los dignos van siendo echados.

Respecto al forofismo, la respuesta está en la base (en mi opinión). En la propia concepción del sevillismo/beticismo. Hace poco escribí sobre el asunto. El sevillismo es muchísimo más exigente con su equipo que el beticismo. El sevillismo busca reconocer los errores y los critica. El beticismo no lo hace, sino que los esconde e incluso culpa de ellos a otros. Diferencia fundamental entre grandeza y pequeñez. Básica, como digo. POr tanto, no es que no haya forofos en el Sevilla. Es que, en el Sevilla, el forofismo no vende porque la afición tiene (en general) una forma de ser que no admite eso. Al menos no hasta los niveles del beticismo.

Al final, como digo, todo depende de lo que vende o no vende.

@Padre Manuel

Siempre digo que al final cada uno acaba en el lugar en que merece. Allí dónde te llevan tus méritos. La existencia de estos personajes depende de lo que los aceptemos nosotros. Si les damos bola, se crecen. Si se les ignora, si nadie les lee, si lo que dicen se pierde en el limbo, desaparecerán ellos solitos.

Muchas gracias a los dos. Un abrazo.

EL PAPI MAGASE dijo...

Cuando alguien como yo lee algo como esto,solo puede rendirse a los piés del autor del párrafo,ya no sé que decirte mas Rafa de lo que no te halla dicho,cada dia aprendo de los que de verdad saben,aqui sin salir de la blogosfera hay unos cuantos de esos entre los que estás para mi en un lugar privilegiado,no quiero seguir dandote coba porque no te hace falta,ni tú de eso necesitas nada,si decirte para terminar que a lo mejor no estaré muy al dia de como está este podrido mundo del fútbol,pero si que lo estoy de los que para mi si quedarán para la historia como verdaderos caballeros andantes,tú estas entre ellos y aqui seguirá este Sancho intentando seguir vuestras alargadas estelas,cosa que creo que aunque me montara en vez de en un burro,lo hiciera en un reactor,no conseguiria de seguiros,gracias por estos regalos que sueltas aqui de vez en cuando,por no decir siempre.


Te vuelves a superar de lo mejor de la vez anterior y eso ya es bastante complicado,al menos bajo mi bruto punto de vista,gracias de nuevo Rafa y arrecoge otro virtual abrazo hermano.

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