viernes, 23 de enero de 2015

El peso de la Historia

Dicen que el tiempo acaba poniendo todo en el lugar que le corresponde. Es algo que yo creo a pies juntillas, siempre que haya alguien (o "alguienes") que se empeñe en que ello ocurra. El problema de esta máxima es que no asegura que esa persona empeñada viva lo suficiente para conocer el resultado de sus esfuerzos, pero si deja ese empeño como legado para que otros recojan el testigo, tarde o temprano, el barco llegará a buen puerto. La Historia está plagada de ejemplos. 

La Historia. 

Porque la Historia es inmortal. Es ella la que acaba por ver cómo lo que sea termina en el sitio que merece. Es ella la que lo certifica, la que lo guarda a buen recaudo y la que lo enseña a quien se deje enseñar. A quien lo quiera ver. Que luego hay que querer verlo, que no hay más ciego que el que se niega a ello, pero cuando las cosas son como son, por muchos ciegos que haya y por muy severa que sea su ceguera, sea como sea, al final, dichas cosas acaban cayendo por su propio peso. 

Este domingo, el 25 de enero de 2015, celebramos el 125 aniversario del Sevilla Fútbol Club (Football Club hasta que un señor gallego, bajito y gordito prohibió los anglicismos). Eso es así, una verdad irrefutable, un sea como sea, una de esas cosas que son como son, por muchos ciegos que haya y por muy severa que sea su ceguera. Y quien dice ciegos, dice también necios, tercos, o cualquiera sabe qué más calificativos. Porque yo no sé qué más pruebas es necesario presentar para que se le reconozca su verdadera edad a este abuelo al que tanto queremos. 

Porque la Historia es contundente, no tiene compasión a la hora de otorgar lugares a personas. Y el lugar del Sevilla FC es el que es, así como el de quienes se han empeñado en demostrar su antigüedad y el de los que siguen, erre que erre, negándola o resistiéndose a reconocerla. Y, tarde o temprano, todo caerá. Y todos quedarán retratados, porque, como vengo diciendo, las cosas son como son, nos pongamos como nos pongamos. 

Yo conozco personalmente a varios de los miembros (y ex-miembros) del Area de Historia del Sevilla FC. Sé quienes son, sé el ingente (y altruista) trabajo que llevan haciendo desde hace años. He hablado con ellos en varias ocasiones, he leído sus libros y artículos y les he escuchado en los distintos programas de radio en los que se habla de la Historia de nuestro club. Sé que seguramente no haya ningún otro club en España con tantos datos objetivos con los que demostrar su antigüedad. Y por eso sé que esto es irrefutable. Porque hay una respuesta para cada interrogante que se pueda plantear. Porque hay pruebas documentales y gráficas. Porque expertos ajenos al Sevilla FC se han pronunciado avalando la tesis de 1890. Porque, insisto, es que ya no se me ocurre qué más hay que hacer, teniendo en cuenta que resucitar muertos para ponerles un micro en la boca y que lo cuenten de primera mano está fuera del alcance de los simples humanos. Lo de resucitar, digo, que lo del micro lo podríamos hacer cualquiera de nosotros. 

El Sevilla FC es de 1890, se ponga como se ponga quien se quiera poner, y la Historia acabará poniendo a cada uno en su lugar. 

Todo lo demás es mareo de perdiz. Es plegarse a intereses que nada tienen que ver con la Historia. Es cogérsela con papel de fumar, cuando muchos otros no tienen forma de demostrar que son verdad cosas que se sabe que no lo son, pero que, por alguna razón, se dan por sentadas y no se permite discusión. Y me parece bien, allá cada cual con lo que se cree y con lo que permite que le engañen, pero nosotros somos nosotros y eso debe ser más importante que nada. 

Porque esto es importante, y mucho. Esto no es un baile de números, que ahora te modifico el 8 por el 9, el 9 por el 5 y te cambio el 0 de lugar. No, esto es mucho más. Yo soy de la opinión de que esto va más allá. El Sevilla FC fue grande en sus inicios y durante décadas, pero cayó en la mediocridad en un momento dado y ahí nos quedamos durante generaciones. Yo mismo, que acabo de entrar en la cuarentena, me crié en un sevillismo acomplejado, que jamás vio a su equipo llegar a nada y para el que algo como una final no era más que un sueño. Una quimera. Por mucho que equipos históricamente inferiores como Zaragoza, Deportivo, Español, Mallorca o incluso Betis las llegaran a disputar, nosotros no nos veíamos capaces. Soñábamos, pero no nos lo creíamos. Al menos los de mi generación. Estábamos acomplejados. 

Hasta que todo cambió. Hasta que la Historia nos volvió a poner en nuestro lugar. Hasta que pasó lo que fuera que tuviera que pasar para que regresáramos al lugar del que nunca debimos caer. Y ahora que estamos ahí arriba de nuevo, no podemos permitir volver a hacerlo. No. En absoluto. No lo podemos permitir, y esto incluye todos los aspectos, no solo el deportivo. Porque es evidente que debemos exigir a los responsables buenas planificicaciones, buenos fichajes, buenas plantillas y buenos resultados. Acordes con el estatus que hemos recuperado. Pero, como digo, no es solo eso. También se exige en la cuestión de la gestión económica. Y en la imagen del club, en los eventos que organiza o en los que participa. En la voz que tenemos en los organismos deportivos nacionales, que ya no somos comparsas. Que somos más que eso, que nos lo hemos ganado, que hemos peleado y sufrido mucho para ello. Que no queremos volver a caer. Que no vamos a renunciar. 

Y en este sentido, ¿por qué algo tan importante como la Historia se debe quedar atrás? Algo tan importante como la esencia de lo que somos, de dónde venimos, de dónde salimos, por qué surgimos. Y si somos los primeros, pues somo los primeros. O los segundos, pues muy bien, los segundos. Y si somos los mismos que quienes ganaron el primer partido de la Historia del Fútbol español, pues eso es así. ¿Por qué se puede exigir que el club haga campañas para que nuestra imagen esté acorde con lo que somos y no podemos hacer lo propio para que le quede claro a todo el mundo QUIÉNES somos?

Claro que podemos. Es más, no es que podamos: es que debemos. Es que tenemos que hacerlo. Y yo lo hago. Yo ya pasé demasiado años acomplejado y ahora reclamo la grandeza que nos corresponde y que me ha sido negada desde que nací hasta anteayer como quien dice.. No más, pero tampoco menos. La que nos corresponde. Y lo hago en todos los ámbitos: en el deportivo, en el económico, en el institucional y en cualquier cosa en la que mi (nuestro) Sevlla FC esté presente. Y este asunto de 1890 es, cuanto menos, igual de importante que cualquier otro. Cuánto menos, si no más que muchos de ellos. 

La Historia es incuestionable y su peso acabará cayendo sobre todos. Tarde o temprano lo hará. Tarde o temprano, el Sevilla FC será oficialmente de 1890 y todos, cada uno en su lugar, en su responsabilidad, quedaremos retratados. Tarde o temprano. Porque, como decía al principio, el tiempo acaba poniendo a cada cual donde se merece y es la Historia la que lo certifica, la que lo guarda a buen recaudo y la que lo enseña a quien se deje enseñar.



SEVILLA FOOTBALL CLUB 
DESDE 1890



jueves, 15 de enero de 2015

Max Kruse y el rabo del león.

Decía la semana pasada Max Kruse, delantero de referencia de nuestro próximo rival en la Europa League, el Borussia de Monchengladbach, que el Sevilla de este año no es tan fuerte como el del año pasado. Y lo hacía, según el tono que parecía emplear, con cierta suficiencia. Como con altivez. No sé si es estupidez, fanfarronería o, simple y llanamente, ignorancia. Y quiero entender que se refería al Sevilla del último tercio de temporada, que protagonizó una notable remontada en liga y acabó ganando la Europa League. Que en mi propia justificación está la base del error en las palabras del jugador alemán: para protagonizar una remontada, hay que estar abajo primero. Y así estaba el Sevilla a estas alturas el año pasado: abajo. Al menos, respecto a como se encuentra en estos momentos. 

El año pasado, tras la jornada 17, el Sevilla estaba séptimo en la clasificación, con 26 puntos, lejos de los 33 que tenía el Athletic, que ocupaba el cuarto puesto (el nuestro actual) en aquellos momentos. Hoy, nuestro equipo es cuarto con 36 (diez más que el año pasado), con la particularidad de que tenemos un partido menos que el resto. Claro que ese partido lo puedo dar tranquilamente por perdido y no complicarme la vida en este análisis. Aunque si nos diese por hacer la machada y ganar al Real Madrid, podríamos acabar la primera vuelta a tiro de piedra del liderato. Repito: a tiro de piedra del liderato. Que se dice pronto. 

Si nos fijamos un poco más en los números, vemos que el Sevilla ha marcado este año cuatro goles menos que el pasado, pero es que en el pasado nos metieron doce más. Y yo creo que ahí está la diferencia entre una y otra temporada. Ahí está la clave. Recordemos que a lo largo de la primera vuelta de la temporada pasada, Emery se empeñaba en poner a Rakitic en el doble pivote y no un poco más adelante (reforzando el medio centro con otro jugador), como el sentido común dictaba. Recordemos que nuestro entrenador parecía querer plantear los partidos como un intercambio de golpes, que refería ganar por 4-3 que por 1-0. Recordemos, como partido más sintomático de este planteamiento, aquel contra el Real Madrid, en el que les jugamos de tú a tú, fuimos a por ellos y acabamos por marcarles 3 goles. Claro que también encajamos 7, que todo hay que decirlo. 

Y recordemos que la mayoría del sevillismo le reclamaba un cambio de actitud. Que reforzara al equipo atrás, que empezara la casa por los cimientos. Que procurara no encajar goles y luego ya siguiera con el resto. Que compensara el equipo para que no se partiera por la mitad, unos atacando, otros defendiendo y el medio del campo desarbolado. 

Que encontrara un equilibrio. 

Pues bien, eso es lo que tenemos ahora. Un equipo que defiende muchísimo mejor y que ha encajado doce goles menos, lo cual ha supuesto diez puntos más. Que sí, que igual nos hemos ido al otro extremo y muchos partidos del Sevilla son insufribles, pero es un equipo más sólido. Al menos respecto al que era a estas alturas de la temporada pasada. 

Yo no sé si nuestro rival alemán, representado en este caso por Max Kruse, tendrá algo de idea de esto que estoy diciendo, seguramente no, lo cual nos daría una ventaja. Porque si se esperan a un equipo parecido (aunque peor) que el que terminó ganando la Europa League el año pasado, se equivocan de plano. Este Sevilla es distinto, y llegados a este punto, les voy a proponer una especie de juego. Traten de olvidar por un momento su sevillismo y de imaginar qué sienten nuestros rivales cuando se enfrentan a nosotros. Porque nosotros, los sevillistas, nos venimos quejando de lo soporíferos que son los partidos de nuestro equipo, de lo mal que juega en muchas ocasiones, pero es que igual de soporíferos lo son para los rivales. Podríamos decir que ganamos por aburrimiento. Que les aburrimos, hacemos que cojan asco a los partidos y cuando están ya hartos y menos se lo esperan... pum... golito y tres puntos al saco (la mayoría de las veces).

Esto no tiene nada que ver con lo que era el Sevilla el año pasado, sobre todo porque incluso la mitad de la plantilla es distinta. Además, el año pasado tampoco éramos TAN buenos. Que casi nos elimina el Betis, que salimos vivos de Oporto de milagro, que en el descuento del partido de vuelta en Valencia estábamos eliminados... Aquel Sevilla se empeñó en ganar la otrora UEFA y lo hizo, pero no por la calidad del equipo, sino por otros muchos factores que también son fútbol y que a veces inclinan la balanza a favor. 

Pero Max Kruse dice que ahora somos peores... Pues muy bien. 

Francamente, este Sevilla actual no sé si me parece mejor el del último tercio del año pasado. Pero peor, seguro que no. Es más bien distinto. Lo que sí que me parece es mucho más sólido, más difícil de ganar. Vuelvan, si quieren, a ponerse en la piel de los rivales y piensen lo tremendamente complicado que es tumbar a este Sevilla (normalmente). Que sí, que nuestro juego ofensivo es pobre, pero eso no tiene nada que ver con la solidez. Y los números están siendo demoledores. Estamos cuartos en liga y tenemos en nuestra mano (aunque lo normal es que no llegue) ponernos a tiro de piedra del liderato. Hemos firmado el mejor inicio de temporada de nuestra historia y estamos a punto de hacer lo propio con los registros de la primera vuelta. Mientras el año pasado caímos en Copa del Rey de forma lamentable, en este tenemos el camino hacia la final tan factible, que para mí sería un fracaso no conseguirlo. Y luego nos queda la Europa League, en la que en la fase de grupos hemos patinado fuera de casa, pero de la que somos campeones. Tricampeones, Y solo por eso (o nada menos) merecemos un respeto.

Insisto, esto no tiene nada que ver con que nos guste más o menos lo que hacen los jugadores en el césped, pero decir que este Sevilla es peor que el del año pasado es, como decía al principio, de fanfarrones o de ignorantes.

A mí esto me recuerda a aquello de Del Nido del león y el rabo, y ya ven cómo acabó. Ojalá esta vez igual, aunque a nuestro favor. 

jueves, 8 de enero de 2015

La cara humana del dopaje

Hay pocas cosas en el mundo del deporte que provoquen tanta repulsa como el tema del dopaje. Cualquier aficionado se siente engañado cuando conoce que tal o cual ciclista, atleta o lo que sea ha hecho trampas de esa manera, convirtiendo sus éxitos en un engaño y perdiendo para siempre su credibilidad. Las autoridades deportivas (y las no deportivas últimamente también) persiguen estas prácticas, que ya en los últimos tiempos han pasado a ser consideradas incluso como delitos. Y desde los más altos estamentos se rasgan las vestiduras cada vez que un nuevo caso sale a la luz. 

Sin embargo, y esto es algo que ocurre en todos los órdenes de la vida, muchos de esos que tanto se escandalizan desde sus poltronas, deberían de callarse y recapacitar, porque ellos tienen bastante culpa de lo que ocurre en bastantes casos de dopaje. No en el hecho concreto en sí, sino en crear las circunstancias que llevan a muchos deportistas a tomar esa vía tan peligrosa y arriesgada incluso para sus vidas. Y estas navidades, mientras, como todos los años, pasaba unos días en el norte con mi familia política, he conocido de primera mano uno de estos casos. No voy a decir el nombre por cuestiones obvias. Quien tiene que contar su historia es quien la ha vivido, no un desconocido. Pero sí que me va a servir para reflexionar sobre el asunto.

En España, de todos es sabido, el fútbol es el único deporte que mueve dinero de verdad y en el que los que lo practican a nivel profesional puede vivir de él (y hasta asegurarse el futuro) sin necesidad de competir al más alto nivel. Al nivel de los títulos. Eso no pasa en el resto de los deportes. Un futbolista de segundo orden puede ganar mucho dinero (en comparación con los sueldos normales de los ciudadanos), pero no así un ciclista o un atleta. De hecho, estos últimos (que son a los que me voy a referir) sólo pueden ganar dinero gracias a becas o sponsors. Y las becas y sponsors solo están al alcance de los campeones, no de los atletas que empiezan o los de segundo nivel. Lo de los sponsors se entiende porque son empresas privadas que buscan una rentabilidad a su inversión en publicidad, y eso solo lo pueden conseguir con personajes de cierto renombre. El problema, como me voy a referir a continuación, está en las becas. En la forma en que las federaciones (el estado, a fin de cuentas) se organizan para hacer que los atletas se puedan mantener (comer todos los días) mientras se preparan para conseguir sus marcas y éxitos. 

No es de extrañar que cuando un atleta logra un gran éxito, de quienes primero se acuerdan en de su familia por haberles apoyado. En verdad, lo que quieren decir es que les han mantenido, porque de otra forma no pueden comer todos los días. Un atleta campeón necesita pasarse meses, e incluso años, entrenando día a día a base de tres sesiones diarias. Es decir, que no tiene tiene tiempo para hacer otra cosa que no sea eso. Alguien le tiene que mantener. Y si no es con el dinero de una beca o un sponsor, pues tendrá que hacerlo la familia, ¿quién si no?

Pero ¿y qué pasa con los que no tienen familia? ¿O con los que la tienen, pero desestructurada? ¿Qué pasa con un chaval que se acogió a un programa de fomento del deporte en su pueblo (para que empleen el tiempo en algo sano) y que destacó mientras huía de un infierno en el hogar de sus padres? ¿Qué pasa si ese chaval se lesiona un día, no consigue marcas mientras está lesionado y pierde el derecho a becas y también los patrocinios? ¿Quién le mantiene mientras se recupera y entrena para volver a ponerse en forma, lograr nuevas marcas y acceder de nuevo a la financiación? Si no tiene una familia que le pueda ayudar. Si, de hecho, entró en el deporte huyendo de dicha familia. 

Para entender esto, hay que saber una cosa muy importante. Las becas ADO, las que financian a los atletas para que logren éxitos en las olimpiadas y demás, ya no se renuevan cada cuatro años (antes sí, pero los recortes también han llegado a este ámbito), como ocurre en los países punteros y como sería lo normal, dado que ese es el espacio de tiempo que transcurre entre olimpiada y olimpiada. No hay planes cuatrienales para mantener a los atletas que nos van a representar en los Juegos Olímpicos (y para evitar el fraude también, evidentemente), sino que las becas se van renovando año tras año en función de los éxitos y marcas que cada atleta vaya consiguiendo en cada temporada. Por tanto, si un atleta se lesiona de cierta gravedad y pasa un año sin llegar al nivel necesario para obtener dicha beca, pues esta, o se reduce sensiblemente, o, simple y llanamente, desaparece. 

Y ahora pónganse en el caso de un chaval sin una familia que le apoye, que destaca en el atletismo, que logra éxitos locales, provinciales, regionales, que es campeón de España... que es subcampeón del mundo de su modalidad. Que es recordman europeo en una prueba en la que sólo los africanos le superan. Que afronta unos Juegos Olímpicos con serias opciones de medalla... y que se lesiona en un momento dado. Que pasa un tiempo sin poder entrenar. Que cuando puede volver a hacerlo, está completamente fuera de forma y que tiene que recuperarla lo antes posible porque ha de competir y lograr una marca o un éxito importante para no perder la beca. Para poder seguir siendo atleta y comer todos los días. Las dos cosas a la vez. Si la beca fuese cuatrienal, no habría problema. Podría dedicar el tiempo necesario para recuperar la forma de un modo natural. Pero la beca ya no es cuatrienal y por eso ha de buscar la manera de acortar los plazos. Como sea. Y un día, alguien, algún aprovechado, algún hijo de puta que conoce la necesidad de este tipo de deportistas le ofrece algo, lo que sea, y...

Imaginad que ese atleta tiene un hijo pequeño (que también come todos los días) y que nunca ha hecho otra cosa que no sea entrenar porque se metió en el deporte siendo chaval. Imaginad la desesperación. Quienes tenemos hijos solemos decir a menudo que haríamos lo que fuera por ellos. Por darles el sustento. Y la pregunta es: ¿hasta doparnos?

Que cada cual responda en conciencia. 

E imaginad también cómo se ha de sentir ese padre de un hijo pequeño que come todos los días cuando el mismo que le ha quitado (con los recortes) el sustento por haberse lesionado, ahora, desde su poltrona, se rasga las vestiduras al enterarse de que ese atleta hizo TODO lo que estuvo en su mano para dar de comer a su hijo. 

Que no estoy justificando el dopaje, ni mucho menos. Que no se trata de eso porque, como en todo en la vida, habrá de todo. Simplemente digo que antes de lanzarse a la yugular, es bueno saber un poquito. Que antes de señalar y condenar de por vida, hay que escuchar a la otra parte. Y que una cosa en traficar, lucrarse y aprovecharse de la angustia de un atleta que se ha quedado tirado, y otra intentar sobrevivir. 

Y, por último, a los que mandan, menos llevarse las manos a la cabeza y más cuidar a esas persona con quienes luego se harán una puta foto cuando ganen una medalla. No les dejen tirados cuando les hace falta ayuda. No les dejen tirados. 

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