lunes, 14 de julio de 2008

Christian Poulsen

Acaba de confirmarse oficialmente la marcha de Christian Poulsen del Sevilla. Lo ha hecho la Juventus de Turín, su nuevo destino, a través de su sitio web. No puedo evitar sentir tristeza porque, desde que llegó procedente del Schalke 04 alemán, siempre fue uno de los jugadores de mi equipo que más he admirado. Poulsen jugaba en el Schalke 04 que el Sevilla eliminó en las semifinales de la UEFA aquella noche de Feria. La noche en que Antonio Puerta marcó aquel gol en el minuto 100, el año de nuestro centenario. El gol que nos cambió la vida. El gol que, da igual las veces que lo vea, hace que se me salten las lágrimas y se me ponga el vello de punta. En las imágenes de ese gol podemos ver a Poulsen, con el 2 a la espalda, llegar al borde del área pequeña justo para ver el balón entrar tras rebotar en el poste, y mirar luego al que sería su compañero, apenas meses después, besar el anillo justo antes de ser engullido por la euforia de sus compañeros. Nunca olvidaré esa melena rubia que estaba en todas partes, cortando balones, moviendo al equipo, subiendo al campo rival, defendiendo, atacando... incluso marcando goles. Si no fuera rubio, sería de esos jugadores que pasan desapercibidos a lo largo de los partidos, porque su juego es oscuro, oculto, ese que no se ve. Soy de los que piensan que Dani Alves llegó a ser tan grande porque tenía a Poulsen haciéndole las coberturas. ¿Cuántos balones perdidos por el brasileño en ataque fueron cortados por el danés en el medio del campo, sin necesidad de que tuviera que actuar la defensa? Que Poulsen se iba era un secreto a voces. Todos los sevillistas lo sabíamos desde el mismo momento en que firmó por nuestro equipo. ¿Por qué una cláusula de 10 millones? Porque se va antes de cumplir el contrato, estaba claro. A nadie nos coge de sorpresa. Sí me molesta que los periodistas se inventen las noticias. Esa reunión con Beguiristáin en Alcalá de Guadaíra. Ese dar por hecho que lo tenía todo cerrado con el Barcelona. No es noticia decir que Poulsen se iba este año. Todos los sevillistas lo sabíamos. Por eso firmó con la cláusula de 10 millones. Pero ¿de qué otra manera iba el Sevilla a fichar a un superclase como Poulsen? Yo me siento orgulloso de haberlo visto con la camiseta de mi equipo. Ahora, espero que le vaya bien en Turín. El Sevilla había intentado renovarle. Tenía la propuesta encima de la mesa. Es más, estoy casi seguro de que se hubiera quedado de igualarle la oferta que tiene. Pero el Sevilla es una empresa que funciona tan bien porque no se nos va la olla en cuestiones como, por ejemplo, los sueldos. No podemos pagar más de cierta cantidad. Y punto. Poulsen era el jugador que más cobraba en el Sevilla. De ahí no podemos pasar. Si eso supone quedar quintos durante cinco años consecutivos en vez de terceros un año y hundirnos después, pues lo prefiero. Ojalá algún día el Sevilla sea como el Madrid, o el Barça... o la Juve. Pero a día de hoy no lo es. También somos mucho más de lo que yo mismo hubiera soñado hace apenas... cinco años. Yo no quiero que al Sevilla le pase lo que al Valencia o al Deportivo. No quiero que nos arruinemos. En eso ya tenemos experiencia... no hace tanto. Cuando mi equipo estaba en Segunda, yo soñaba con volverlo a ver en los reportajes de los domingos por la noche. "Aunque sea en mitad de tabla" pensaba para mí "Pero en Primera División". Ahora somos grandes, respetados, campeones... no quiero volver a aquello nunca más. Y si para eso hay que vender a Alves, Keita y Poulsen, pues se venden. ¿Cuantos de nosotros pensamos, tras ganar la primera UEFA aquello de "ya me puedo morir tranquilo, he visto al Sevilla campeón"? Eso fue un año después de vender a Reyes, Ramos y Baptista. Ojalá vuelva a repetirse el caso. Después de vender a tres futbolistas, cinco títulos en quince meses. El Sevilla funciona como funciona porque gracias a los traspasos, tenemos las cuentas saneadas. Gracias a la mejor secretaría técnica de España, las bajas no se notan. Y además, tenemos a la mejor cantera del país, al mejor filial de la nación. Y los pies en el suelo. Al contrario de lo que piensan muchos (por culpa de la aberrante manipulación informativa a nivel nacional, no sólo en fútbol, sino en todos los órdenes) el Sevilla es un club sencillo, humilde que trabaja y trabaja para sacar el máximo partido a los medios con los que se cuentan. Y eso es lo que más me enorgullece. El mérito no es estar arriba, sino hacerlo con un presupuesto cinco veces inferior al de algunos clubes con los que pretendemos pelear. ¿Qué sería de nosotros con el dinero del Madrid o del Barça? Sinceramente, yo no lo quiero. Yo prefiero ser como somos. Estoy orgulloso de ello.

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